Cobra, “Cobrita” y “Cobri” para su dueña, fue una
rottweiler que entrenamos a finales del siglo pasado y principios de este, una
perra valiente, que hacía de tripas corazones y que siempre fue más allá, resistiendo
a sus dolencias y no quedándose detrás de nadie, una alma gemela de su
conductora, con la cual tenía una relación casi maternal. Ambas trabajaron
mucho y consiguieron destacarse en nuestras filas, porque entonces teníamos
rottweilers destacados, pastores alemanes extraordinarios, excelentes filas de
San Miguel y hasta labradores como no hemos vuelto a ver, que en catapulta,
llevaban a los otros a seguirlos. Cobra era más pequeñita, la que tenía un
craneo más pequeño y de menor esqueleto entre los rottweiler, algunos de ellos
con más de 70cm de altura y 50kg de peso, verdaderas fuerzas de la naturaleza
célebres entre nosotros. Pero lo que le faltaba en tamaño, le sobraba en ganas
y Cobrita llegó donde pocos se imaginarían y donde a muchos les gustaría llegar.
Fiel y de una obediencia incuestionable, valiente defendiendo a su dueña y sus
cosas, abnegada en la gimnasia y verdaderamente sociabilizada, nos ha cautivado
por el esfuerzo y por el apego a la dueña, señora que ganó el nombre escolar de
“Maria Del”. Se ha muerto hace algunos
años, desconocemos donde fue enterrada, sabemos que fue en tierras de España
(Torrejon de Ardoz?), a pesar de verla viva y de semblante serio, de imaginarla
de ojos puestos en su dueña esperando ordenes. Si los hechos hacen de los
perros inmortales, “Cobri” no ha muerto, continuará con nosotros, dándonos
ánimo cuando todo parece perdido, sirviéndonos de ejemplo y aumentándonos la
esperanza.
sábado, 8 de março de 2014
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